Cómo vencer el Estrés

 

Está cien­tífi­ca­men­te compro­bado que un 70% a un 90% de las enfer­medades que padece el ser humano, se originan en la mente. El estrés, nuestras preocupaciones y la presión a la que estamos sometidos a diario dañan nuestro bienestar físico y emocional.

Nuestra vida actual, expuesta a constantes cambios y presiones, la responsabilidad de encontrar soluciones a los problemas y la competitividad excesiva nos coloca en un estado de tensión muy perjudicial para la salud.

A partir de allí se desencadenan enfermedades psicosomáticas, o sea, la mente (psiquis) enferma al cuerpo (soma).

Lamentablemente no siempre se reconoce a tiempo y provoca entonces en nuestro organismo, un gran número de enfermedades crónico degenerativas (úlceras, problemas cardiovasculares, incluso cáncer) que pueden ser de funestas consecuencias.

 

¿Y qué podemos hacer contra todo esto? La prevención es el mejor remedio.

Conocer el propio ser y la incidencia de determinados sucesos en nuestra mente, puede llevarnos a ver a tiempo los cambios necesarios a efectuar en nuestra vida o el aprender a veces a decir “no” a ciertas y aparentes exigencias o compromisos, dándoles el tiempo y la fuerza sensata para lograr así vencer el estrés.

 

¿Qué es el Estrés?

Es básicamente un mecanismo de defensa del cuerpo para “luchar o huir” ante una situación de emergencia, peligro o tensión. El Dr. Selye, el padre del estrés, escribió en su libro “La tensión de la vida”: El estrés es la suma de todo el desgaste causado por toda clase de reacciones vitales a lo largo del organismo, en todo momento; es una especie de velocímetro de la vida.

Es la reacción física, mental y emocional del individuo ante cualquier circunstancia que perturba su equilibrio normal.

El Dr. Lerner lo definió como “nuestra cárcel portátil”.

Causas que producen estrés

Estas pueden ser internas, producidas por nuestros pensamientos negativos de duda, odio, rencor o frustración; o externas, por circunstancias sociales, económicas, emocionales. Existen cosas que no podemos cambiar, pero sí nuestro enfoque hacia ellas.

A veces, ya no podemos continuar con el ritmo, pues nos habíamos propuesto demasiado.

Cualquier situación, hecho, cualquier agente por su inestabilidad, cambio continuo, o intensidad y duración puede ser considerado como un agresor para nuestra unidad psicosomática y desencadenar reacciones biológicas perjudiciales.

Las circunstancias de cambio imprevistas o dolorosas, como el fallecimiento o separación de un ser querido, o pérdida del empleo, pueden provocar un gran desequilibrio emocional y físico, que cause consecuencias en la salud.

A menudo nos sumergimos en estrés por un equivocado sentido del autosuperación. Luchamos contrarreloj con nuestro entorno queriendo competir a cualquier costo con las exigencias de una sociedad saturada de materialismo y ambición.

A veces nos comparamos con quienes tienen más experiencia, fuerza física o medios y nos dejamos llevar por envidia o celos. Restamos importancia al cuidado de nuestra salud y sufrimos las consecuencias.

Las tensiones más frecuentes surgen a nivel económico laboral, cuando queremos mejorar la productividad, la calidad, nos encontramos con nuevas maneras de trabajar o recibimos una responsabilidad mayor.

Otros factores de estrés pueden ser a nivel educación o formación; relacionados a nuestra salud; a nivel familiar; relaciones sociales; a nivel moral o religioso, o a nivel individual (como la inseguridad, miedo, estrés sexual).

Muchos sienten una gran inseguridad interior, sentimientos de culpa e insatisfacción general porque no tienen sostén espiritual.

El estudio sistemático de la Biblia, libro lleno de maravillosas promesas y un poderoso mensaje de esperanza, cambió la vida de millones de personas que habían pasado por las sombras de una vida sin propósito.

Uno de los mayores generadores de estrés es el ruido, como el de ondas sonoras desagradables, constantes, estridentes o exageradas.

 

Consecuencias del estrés

Las respuestas del estrés, son de carácter muy variado y las mismas pueden ser:

 

Físicas: Se encrespa la piel, la boca se seca y se producen diarreas.

 

Mentales: Por ejemplo, un estudiante debe presentar un examen y se produce un blanco en su mente. En otras formas, se manifiesta ansiedad, depresión, complejos o inhibiciones.

 

Espirituales: Sentimiento de culpa, duda, etc.

 

Sociales: Una persona tensa puede dejar estresados a todos los que le rodean en la casa. En los Estados Unidos, el 67% de los divorcios son causados por el estrés.

 

Influencia de pensamientos positivos o negativos

Nuestros pensamientos pueden sanarnos o enfermarnos ya que influyen tremendamente en nuestra salud. Cuando nos dejamos llevar por pensamientos negativos como odio, descontento, rencor, celos, etc. se produce un aumento de la presión arterial, aceleración del ritmo cardiaco y vasoconstricción. Cuando se prolonga esta situación se producen diversas enfermedades.

Los pensamientos positivos (amor, fe o esperanza), producen otra reacción bioquímica: vasodilatación, mejora de la digestión, eliminación y asimilación, se normaliza el ritmo cardiaco y la presión arterial. La inflamación retrocede y se produce el restablecimiento de la salud.

La ciencia ha demostrado que las palabras de la Biblia son dignas de confianza, cuando dice: “El corazón apacible es vida de la carne, mas la envidia es carcoma de los huesos” Proverbios 14:30.

 

¿Cómo podemos tener pensamientos positivos en un mundo tan hostil?

Dios desea que vivamos felices. Jesucristo dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” Juan 14:27.

Él desea vivir en nuestra alma y dirigir nuestra vida por un camino de paz y seguridad. Las Sagradas Escrituras son la mejor fuente de pensamientos positivos.

En Dios encontramos ayuda para vencer el odio, el rencor y modelar nuestro carácter.

 

Tratamiento para el estrés

No hay nada mejor que prevenir. Evitemos, hasta donde sea posible, aquellas situaciones que nos produzcan ansiedad o que exciten demasiado nuestros nervios.

 

Tres cosas que debemos intentar:

 

1. Me­jo­rar nues­tras rela­ciones fami­liares, al igual que las rela­ciones con otras per­sonas de nues­tro medio. El que sólo espera recibir amor, comprensión y apoyo piensa en forma egoísta. Ese egoísmo ya es una fuente de estrés. Recuerda que “es mejor dar que recibir”.

Puedes ver el tema “Siete claves para un matrimonio feliz”.

 

2. In­ten­ta tra­ba­jar en lo que te gusta, cul­ti­van­do el mejor ambiente laboral que sea posible. Hay que ser  amigables, comprensivos, tolerantes y responsables en toda labor. Si eres un empleado, haz todo y lucha por el éxito de la empresa como si ésta fuera tuya. No olvides que el egoísmo enferma.

 

3. Ocupa adecuadamente los ratos de ocio. Haz actividades al aire libre para mejorar el estado físico y mental. Duerme por lo menos ocho horas, si es posible, con las ventanas abiertas, a fin de recibir suficiente oxígeno.­

 

Consejos Importantes

1. Identifica los problemas que te causan estrés.

 

2. Busca soluciones. Los cambios de la vida pueden controlarse en parte. Haz una pausa, siéntate con serenidad a planificar cómo disminuir el impacto de esos cambios.

 

3. Despeja tu mente. Busca un lugar donde sientas el mayor silencio posible. Siéntate cómodamente, afloja la ropa apretada, sácate los zapatos y piensa en algo placentero.

Medita y concéntrate en alguna de las hermosas promesas contenidas en la Biblia.

Cierra los ojos y habla con Dios en oración, agradeciendo por todo lo que has recibido hasta ahora. Pon todas tus preocupaciones en él y espera confiado. Canta, porque ¡el que canta los males espanta! Tendrás nuevas fuerzas para seguir la lucha.

 

4. Relájate y haz respiraciones lentas y profundas, unos minutos, 3 a 4 veces por día o cuando sientas mucha tensión.

 

5. Haz ejercicios, especialmente de estiramiento: de brazos y hombros, de espalda, del cuello, de la parte superior del tronco y de piernas. Tensiona y afloja. Notarás la diferencia. Repite 5 veces cada ejercicio.

Se aconseja efectuar por un mínimo de 20 minutos, un ejercicio fuerte que exija al cuerpo, lo canse y lo haga transpirar. Evitarán esta actividad las personas que sufren del corazón. Ante la duda, consulta a tu médico. Alternativamente, se recomienda caminar pues es también una excelente terapia.

6. Lleva una ali­men­ta­ción natural. No se trata sim­ple­men­te de la can­ti­dad de co­mi­da in­ge­ri­da, sino del a­pro­ve­cha­mien­to por nues­tro meta­bolis­mo de los nutrientes absorbidos por el aparato digestivo.

  • Mastica bien los alimentos y no bebas líquidos con las comidas.
  • Evita la ingestión de bebidas cafeinadas (café, té, mate, bebidas de cola) pues son excitantes del sistema nervioso.
  • Evita picantes, dulces en exceso, y prefiere la alimentación lacto-ovo-vegetariana. Hay una estrecha relación entre el estrés y la alimentación.
  • Desayuna bien, dedica el tiempo necesario, levantándote algunos minutos antes. Almuerza abundantes ensaladas crudas.
  • Cena liviano y temprano. Esto te dará un sueño reparador.
  • Hay alimentos que ayudan al sistema nervioso, especialmente los que contienen el complejo de vitamina B. El apio, la lechuga y la berenjena. Los cereales integrales.
  • Consume germen de trigo. Toma levadura de cerveza en polvo, 2 cucharadas por día.
  • La lecitina de soja es excelente regeneradora de las células nerviosas. Conviene tomar una dosis de magnesio como complemento alimentario diario.
  • Ante todo, cuida tu intestino, el estreñimiento afecta mucho al sistema nervioso pues el organismo se autointoxica.

 

7. Utiliza la hidroterapia. Estas aplicaciones se realizan mediante fricciones, baños parciales o completos, baños de vapor y saunas, chorros de agua, envolturas parciales o totales, caminar descalzo, en la mañana temprano, sobre el césped; al levantarse, frotación de agua fría con toalla.

 

8. Baños de inmersión con hierbas de efecto sedante como Valeriana, Romero, Toronjil y Pasionaria. También los aceites esenciales que se puedan agre­gar al agua.

los baños de vapor son muy recomendables para nuestro organismo y son poderosos sedantes antiestrés. Se debe realizar alternando el vapor cada cinco minutos con una frotación de agua fría.

 

9. Los masajes son beneficiosos.

 

10. Beba infusiones de plantas medicinales como hojas de Toronjil, flores de Azahar e Hinojo, también Pasionaria, Tilo, Valeriana y Espino Blanco.

 

El mejor remedio:

No pode­mos dejar de men­cionar el mejor de todos los reme­dios anti­estrés: el amor ge­nui­no, des­intere­sado y al­truista.

 

Amar y ser amado es un bál­samo para el alma y alimento para el cuerpo. Mediante el amor de su madre, el niño crece y va perdiendo aquella ansiedad expresada en el llanto. Dedica tiempo a tus hijos y encontrarás la mayor satisfacción. Expresa tu amor con palabras, caricias, expresiones de afecto y paciencia.

 

Dile a tu cónyuge cuánto le amas y no esperes recibir. Vive para dar y no quedarás sin recibir.

 

Si no tienes una familia, busca a alguien a quien puedas brindar tu ayuda.

 

Evita la crítica y expresa palabras de elogio y reconocimiento a quienes estén cerca tuyo. Siempre hay algo positivo en cada ser.

 

Busca en la familia cristiana esa camaradería reconfortante que nos ayuda a no sentirnos solos.

 

Medita en la vida de Jesús y ámalo. “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” 1 Juan 4:19 ¡Qué sublime y elevador es contemplar el amor de Dios! Jesús ocupó el lugar que merecíamos y murió por nosotros, seres ingratos, para salvarnos. Él desea perdonarnos y llenar nuestra alma con su paz. Sólo debemos aceptarlo como Salvador y Señor, creer y aceptar el amor de Jesús.

 

Nuestra respuesta al amor de Dios será el respeto a sus mandamientos pues “Mucha paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo” (Salmos 119:165).

 

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