ÍNDICE• Causas de infelicidad• ¿Qué hacer cuando está amenazado el matrimonio?• La ley fundamental de la felicidad• Secretos para un hogar feliz• Compromiso y comprensión• Aprecio y amor• Comunicación• Pasar tiempo juntos• Unidos en la adversidad• Estructura moral• Dios en el hogar ¡Qué hermoso ver a una familia feliz! ¿Verdad? Triunfar en el matrimonio es uno de los mayores gozos y logros de la vida. Se dice que alegría compartida es doble alegría y que tristeza compartida, es media tristeza. El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de tantas presiones, desilusiones y chascos.
El objetivo del matrimonio debe ser la fusión de caracteres, que lleguen a ser uno y que se ayuden mutuamente. La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por su esposa, especialmente en la enfermedad y en los problemas. Tal fue el plan de Dios desde el principio: “Después dijo Jehová Dios: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él” Génesis 2:18. Debe existir un íntimo compañerismo dentro de la relación matrimonial que se extienda para toda la vida.
Lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los hijos.
En los EE.UU. se producen cerca de 6.500 divorcios por día, esto es más de un millón cien mil por año. De las mujeres entre 30 y 40 años de edad se divorcian 6 de cada 10, por lo menos una vez. El 25% de los menores de 18 años, carecen de padre o madre y se calcula que esto aumentará al 50% en los próximos años. Se indica que de las parejas que se casen este año, más de la mitad terminarán en el divorcio; y que más del 60% de los niños que nazcan pasarán parte de su vida en un hogar dividido.
En Francia, uno de cada dos matrimonios termina en el divorcio. En Canadá, más del 40% de las parejas unidas. En la Federación Rusa, más del 70% de los divorcios se producen en los primeros 10 años de matrimonio. África, Asia y Latinoamérica, también sufren un creciente deterioro de la unidad familiar.
¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer algo!
Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos “hasta que la muerte los separe” (Mateo 19:6).
Cada hogar es un mundo. Las circunstancias que llevan a que una pareja fracase pueden ser muy diversas, pero mencionaremos algunas que se destacan.
Los motivos más frecuentes de separación y divorcio en Europa, son los siguientes:
• Nos fuimos distanciando (37%)
• Éramos muy diferentes (30%)
• El dar y recibir no era recíproco (26%)
• Teníamos diferentes necesidades personales, falta de espacio de acción y pensamiento (26%)
• No podíamos hablar el uno con el otro (23%)
• Uno de los dos no fue fiel (21%)
• Nuestra sexualidad se enfrió (19%)
• No teníamos objetivos en común (17%)
• Nos faltaba apoyo mutuo (16%)
• Uno de nosotros se enamoró de otra persona (15%)
Percepción errónea del matrimonio
Las novelas y películas que tratan temas sentimentales, son responsables de lanzar a los jóvenes a un mundo irreal. Al casarse, esas personas esperan inconscientemente de su cónyuge algo que la vida real no les puede regalar y quedan desilusionados. El adulterio es pregonado como algo común y el divorcio como la primera salida. Desde niños van viendo esos dramas en la TV que los programa con valores distorsionados.
Desviación de los principios sanos
Todo apartamiento de los principios de Dios trae sufrimiento y dolor con el tiempo. No se puede amar a la esposa y a su vez a una amante. La infidelidad matrimonial es causa de mucho sufrimiento, porque con el tiempo lleva a la ruptura y, como consecuencia, un gran sufrimiento para los hijos. El alcoholismo y la pereza también son responsables de muchas tensiones en el hogar y numerosos fracasos.
Incompatibilidad de caracteres
Cuando existe un genio violento, espíritu egoísta, un corazón frío, celos desmedidos, rencores y amarguras y un espíritu irreconciliable se producen a menudo roces que pueden producir un distanciamiento paulatino, si no se busca la solución que Dios nos ofrece para estos casos. Sobre esto el consejo de Dios es: “En fin, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables” 1 Pedro 3:8. No olvidemos que el éxito del matrimonio está en la unidad de caracteres, en la perfecta armonía de dos personas individuales que decidieron un día unirse para compartir sus vidas y ser felices.
Falta de diálogo y cosas en común
Hay poco tiempo del uno para el otro. Se entra en la rutina conyugal y hay poco tiempo para conversar y dialogar. La TV y actualmente el chat, Facebook o Internet roba a muchas familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro.
Los problemas económicos también influyen a menudo
La incomprensión en los planes y deseos mutuos, la falta de confianza en el manejo de la economía del hogar y el distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, suelen ser causantes de problemas, como también cuando se contraen deudas difíciles de pagar.
Interferencia de terceros
Hay numerosas historias sobre la suegra. Cuando ella, quizás inconscientemente, considera a la nuera como una intrusa que le ha robado el hijo se pueden producir tensiones. Un dicho popular dice “El que se casa, casa quiere.” Es mejor que los recién casados vivan independientes. “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su esposa, y serán una sola carne” Génesis 2:24.
Cuando el amor se enfrió
Puede haber insatisfacción emocional o sexual. Cuando una de las partes amenaza con el divorcio por alguna crisis pasajera, pueden producirse heridas profundas y una pared entre ambos. Dios desea ayudar a cada familia a ser feliz.
La psicóloga Sigrid Kohagen resume los diversos focos de crisis que pueden desequilibrar una familia de la siguiente manera:
Focos de crisis en las familias:
En la psicología social se considera a la familia, las finanzas, los amigos, la seguridad profesional, la salud y el entorno social como las columnas de la vida de una persona. Si estos fluctúan, desencadenan crisis en la vida de una persona.
Se puede observar en el sistema familiar, en la relación con dolor y conflictos en tiempos de crisis, las siguientes formas:
Posibles relaciones problemáticas en las familias en tiempos de crisis
Importante es la pregunta: ¿Cómo me comporto en situaciones de crisis? Un síntoma de situación de crisis es, que las estrategias para dominar las situaciones no resultan sino que fracasan. Esa es la manera de ser de la crisis. Por lo tanto es necesario aprender nuevas estrategias, y para eso muchas veces se debe buscar ayuda. Una ayuda es la oración, obedecer a los consejos de la biblia, en ciertas circunstancias también puede ser necesario buscar la ayuda de un pastor o consejero.
Si en tu hogar hay problemas, si existen tensiones y está amenazada la unidad familiar, no pienses en el divorcio, sino en buscar soluciones. Ten siempre presente que el amor proviene de Dios y si su amor se ha enfriado basta con ir a la fuente que suplirá la medida de su necesidad con una calidad de amor inigualable como lo dice Pablo en 1 Corintios 13:4-7: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza en la injusticia sino que se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Pero...
¿QUÉ HACER CUANDO ESTÁ AMENAZADO EL MATRIMONIO?
Una señora fue a entrevistar a un médico amigo.
–Me quiero divorciar de mi marido– fue la queja de la angustiada mujer.
–¿Por qué? Preguntó el médico.
–Porque tiene una amante.
–Si usted se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere.
–¿Qué puedo hacer?
–Enamórelo primero y luego se divorcia– aconsejó el médico.
–¿Cómo lo puedo hacer?
–Hágale tres elogios por día.
–¿Elogios con todo lo que me hace? ¡Faltaría más!
–¡Pruébelo! En lugar de criticar reconozca sus cualidades positivas ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es cumplidor? Dígaselo.
La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo.
–¡Lo logré! Exclamó la mujer. Está profundamente enamorado de mí.
–Entonces, ahora déjelo replicó el médico.
– ¡No!– respondió la mujer, –ahora no, porque yo también estoy enamorada de él.
Por eso, querido lector, comienza cambiando de actitud. En lugar de abundar en críticas que hieren y distancian, toma una actitud positiva. Reconoce las buenas cualidades de tu cónyuge y díselo con sinceridad. Verás que terminará conquistado. Tú mismo serás la parte más feliz.
LA LEY FUNDAMENTAL DE LA FELICIDAD
Solemos oír las quejas: “Mi esposo no me hace feliz”, “mi señora debería ser distinta”. No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues “HACER FELIZ AL PROJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO”. El apóstol Pablo dice: “Más bienaventurado es dar, que recibir” Hechos 20:35. Dios desea que cada matrimonio tenga un gozo pleno y por eso también nos dice en su palabra: “Por lo demás hermanos, tened gozo, perfeccionados, consolaos, sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” 2 Corintios 13:11. ¡Qué bella promesa tiene el Señor para aquellos que han hecho el pacto matrimonial incluyendo a Dios en sus vidas!
Proponte hacer feliz a tu cónyuge. Busca el momento apropiado para conversar y traten de identificar las cosas que no les gustan de sí mismos. Ambos debieran colocarse blancos, tratando de aplicar las claves expuestas a continuación. No pienses en tu felicidad, sino en la de tu pareja. No trates de cambiar a tu pareja, proponte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los resultados!
SECRETOS PARA UN HOGAR FELIZ
Investigadores sociales han realizado estudios para determinar cuáles son las cosas en común que tienen las familias felices. Dios ha revelado pautas en su palabra sobre la vida familiar y nos ha mostrado el camino de la paz. Tratemos de andar por él. ¿Estás dispuesto a pagar el costo para lograr la felicidad de tu hogar? Veamos en primer lugar el origen del matrimonio y las bases que el creador le dio.
Después que había sido creado el hombre “dijo Dios el Eterno: No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda idónea para él... Entonces Dios el Eterno hizo caer un profundo sueño sobre Adán, y mientras dormía tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Dios el Eterno tomó del hombre, formó una mujer, y la trajo al hombre. Entonces Adán exclamó: “¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne! Será llamada ‘mujer’, porque del varón fue tomada” Génesis 2:18, 21-23.
Dios creó a la mujer tomando una costilla del hombre. Esto nos enseña que la mujer es parte del esposo. No la tomó de la cabeza para que esté por encima de él, ni de los pies para ser pisoteada o tratada como sierva. Debe estar a su lado y ser su ayuda idónea.
Dios dijo además: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, se unirá a su esposa, y serán una sola carne” Génesis 2:24.
Veamos tres cosas importantes de este texto:
Dejar
Significa establecer una relación adulta con sus padres en una nueva forma de relacionarse. Sigue siendo el hijo o la hija pero sus prioridades se centran en su nueva familia. Nos interesa más tomar en cuenta las ideas, opiniones y prácticas de nuestro cónyuge que de nuestros padres. Los gustos en el comer, las pautas de la educación y las decisiones importantes deben ser tomadas por la pareja según su criterio y no el de los padres. Ellos deben entregar a ese hijo o hija pues ha formado su nuevo núcleo familiar.
Algo ha cambiado en tus emociones. Ya no dependes de la aprobación, asistencia y consejo de tus padres del mismo modo que cuando eran solteros. Los afectos se vuelcan primariamente al cónyuge. Ahora dependes de Dios en primer lugar y de una fluida comunicación con tu pareja.
Debemos estar dispuestos a “dejar” o sea, librarnos de resentimientos, amarguras o conflictos que hayan existido con los padres. Antes del casamiento debiera haber una reconciliación para no introducir conflictos en el matrimonio.
Los padres deben entregar a sus hijos, aun si ven cosas que no le agradan. No pensar que ahora “esa mujer, o ese hombre, me robó el hijo o la hija” sino aceptar que “ha ganado una hija o un nuevo hijo” ha ganado nietos y nietas.
La pareja debe centrar su relación esposo-esposa con prioridad por encima de toda otra relación humana, sus afectos son en primer lugar para su esposo y no tratará a nadie con preferencia sobre él. Podrá dedicar tiempo a sus padres pero tendrá mayor dedicación a su pareja.
Se unirá
Otra frase del texto Bíblico citado dice “se unirá” ¿Qué significa eso? El llegar a ser uno, estar unidos en la enfermedad y en la salud, en la pobreza o prosperidad, en el placer y el dolor, en la alegría o en la tristeza, en los buenos y malos tiempos, cuando están de acuerdo en algo como cuando piensan diferente. Si hay divergencias se discute con altura y amor, no obligando uno al otro sino tratando de comprender su razonamiento. Juntos deben buscar consejos en Dios y tratar de resolver los problemas juntos, no escapar de ellos. Jamás se ha ganado una batalla escapando.
Unirse significa estar comprometidos el uno con el otro de por vida porque lo que Dios ha unido no debe separarse.
Una sola carne
¿Qué significa ser “una sola carne”? Es verdad que esto incluye la unión física y sexual la cual dentro del matrimonio es buena, hermosa y santa. Cada uno debe tratar de hacer feliz al otro. Pero la relación física no es todo. Deben ser uno en el aspecto espiritual. Ser transparentes y francos el uno con el otro, no debe haber secretos que el otro no pueda saber. En la comunicación debemos ser íntimos, honestos, con la voluntad de desnudar el alma.
Ser uno significa compartir todo, nuestros cuerpos, bienes, posesiones, apreciaciones, ideas, capacidades, problemas, éxitos, fracasos sufrimientos y victorias. No mirando cada uno sólo a lo suyo propio, sino también a lo de los otros, como lo expresa Pablo: “...en humildad, considerando a los demás como superiores a vosotros” (Filipenses 2:3-4).
Aunque haya diferencias de opiniones nos mantendremos unidos con nuestro cónyuge con los lazos del amor, fiel a nuestro compromiso.
Los hogares felices tienen las siguientes cosas en común:
COMPROMISO Y COMPRENSIÓN
Los hogares felices, valoran la familia como unidad, por encima de las necesidades y deseos individuales. Aunque cada cual tenga sus metas, debe estar dispuesto a resignar aquellas que puedan amenazar su existencia como pareja. Trátese de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro.
Tratemos de comprender la sicología de ambos, hombre y mujer. ¿Qué es lo más importante para el hombre? Su trabajo. ¿Y qué es lo que prima en la mujer? Ser escuchada y comprendida. Asumir un verdadero compromiso con nuestro cónyuge significa comprenderlo en sus sentimientos, necesidades y prioridades. Si se toman en cuenta los factores expuestos se podrá ayudar grandemente a que el cónyuge se sienta realizado y comprendido.
Los esposos deben ayudarse mutuamente a desarrollar el carácter. Considere el marido que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre. El apóstol Pedro escribe: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente dando honor a la mujer como vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” 1 Pedro 3:7. Haz que ella crezca en la autoestima y en gratitud, y evitará resentimientos. La intuición de la mujer suele ser más exacta que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos. Considera las decisiones de tu esposa en las cosas de la vida diaria. Sé sensible en esto, pues no en todo debe primar tu propia voluntad. Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe respirarse en él un clima de amor. Dale ayuda práctica, especialmente si tu mujer trabaja. Tratemos de compartir las cargas de la vida diaria, del hogar, los hijos, el trabajo, etc. a la altura de nuestras posibilidades, especialmente siendo comprensible y atento.
APRECIO Y AMOR
Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede alimentar ese amor? Dando y recibiendo pequeñas expresiones de cariño, se puede alegrar a nuestros seres queridos.
Veamos los puntos positivos y las virtudes de nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas, destáquense las buenas cualidades recíprocamente, se estimularán así el amor y la superación.
Un esposo cambió su forma de pensar, frente a su esposa, cuando ésta tuvo que ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños. He aquí el recuerdo de esa aventura:
• Abrir la puerta a los chiquillos que venían de la calle: 63 veces.
• Reñirles para que se callasen o estuviesen quietos: 22 veces.
• Intervenir para arreglar disputas: 8 veces.
• Perder los estribos: 12 veces.
• Atar cordones de los zapatos: 15 veces.
• Manchas en los pantalones: 3 veces.
• Comer mal: Los tres días, etc.
¡Nunca he deseado volver a ver a mi esposa, tanto como ahora!
Evitemos las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios se hablaban dulcemente. A medida que se convive, debemos buscar de fusionar nuestra personalidad y mejorar nuestras relaciones.
El consejo de Dios es:
“Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas” Colosenses 3:18-19.
Mantén puros tus pensamientos y no permitas que la expresión de tu rostro comunique enojo, desprecio o deseos de venganza. Sobre esto tenemos un claro aviso del Señor que dice: “No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios” Eclesiastés 7:9. Hay diversos grados de silencio que pueden ser más destructivos que las palabras. En los momentos de tensión procuremos ser precavidos y prudentes con las palabras que salen de nuestros labios. Se necesitan segundos para abrir hondas heridas pero tal vez años para sanarlas. “La muerte y la vida están en poder de la lengua; el que la ama comerá de sus frutos” Proverbios 18:21.
COMUNICACIÓN
Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17 minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos!
La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida! La comunicación es fundamental para la comprensión y para alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación.
Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar, dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente pues “La blanda respuesta calma la ira, pero la palabra áspera enciende el furor” Proverbios 15:1 Al hogar debe llenárselo de risas, amor, entusiasmo y sana alegría.
PASAR TIEMPO JUNTOS
Se les preguntó a 1.500 escolares: ¿Qué crees que hace más feliz a una familia? La respuesta más frecuente fue: “Hacer cosas juntos”.
Busca tiempo para hacer cosas juntos. Asocia a tus hijos en tus actividades y recreación. Comparte los problemas y la felicidad.
Aunque cada uno es bombardeado por actividades que nos absorben, debemos planificar de tal modo nuestro tiempo, que podamos dedicarnos a la familia, o terminaremos dispersos.
UNIDOS EN LA ADVERSIDAD
La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis, pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas son! Conócelas investigando los temas de las “Guías de Investigación Bíblica”.
Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones. No cuesta nada decir: “lo lamento” o “te perdono”. La pareja no debe acostarse nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo” Efesios 4:26.
ESTRUCTURA MORAL
Se ha comprobado que esto es un denominador común en las familias estables. En el cultivo de las virtudes cristianas hay bendición.
La estructura moral incluye: Integridad, honradez, lealtad, responsabilidad, virtud moral y los principios de la utilidad y del amor. Los principios de los 10 mandamientos debieran estar en cada corazón, pues traen bendición. Las Escrituras Sagradas dicen: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” Deuteronomio 5:29.
DIOS EN EL HOGAR
En una encuesta realizada en diversos países por la Sociedad Misionera Internacional se ha comprobado que la mayoría de las personas creen que la fe religiosa es una ayuda para el hogar. Pero cuán lamentable es comprobar, que el materialismo está desplazando las cosas del espíritu y destruyendo la fe.
El diálogo sobre cosas profundas, une a la pareja maravillosamente. Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan.
No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta, ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus 2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con exactitud matemática. Estúdiala y recibirás grandes beneficios.
Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” 1 Corintios 13:4-8 pp., 13.
¡No pienses jamás en el divorcio! ¡Piensa en tus hijos!
“Papá, ¿por qué dices que te vas a ir de casa? ¿Acaso no me quieres? ¿Y si te vas, a donde irás? ¿Qué va a pasar conmigo? Yo sé que quieres irte, porque siempre te peleas con mamá. ¡Oh!, ¡Oh!... ¡Qué dolor tengo en mi pecho! ¿Por qué será? Tal vez porque voy a quedar solo. Yo te quiero papito. ¡No te vayas, no me dejes! Cuando de noche estoy solo en la pieza, lloro y lloro, pensando que al levantarme ya no estarás en casa. ¡Qué lindo es estar a tu lado con mamá! Cuando vamos a pasear o cuando hago los deberes en la escuela. Papito, no te vayas; no me dejes. Me portaré bien. No pelees con mamá, es tan, lindo estar juntitos en casa... Y la voz del niño ahogada por las lágrimas quedó detenida, mientras abrazaba fuertemente a su papá.
Accede a la Guía de Investigación Bíblica “A los pies de Jesús” y encontrarás valiosos principios que sin duda serán de gran ayuda para ti.