¿Has visto a personas ricas mendigando? Sí, hay millones que deambulan de médico en médico mendigando salud. Este tesoro tan deseado está relacionado con nuestro bienestar y nuestra felicidad.
Pero, ¿esperaremos hasta que la enfermedad y el dolor golpee a nuestra puerta?
El mundo entero se ha convertido en un gran hospital. Es hora de hacer algo. Descubre las causas de la enfermedad y conoce las 7 claves para una vida sana.
Hace algunos años se efectuó un estudio, en USA, sobre el estado de salud de 100.000 personas de diversas ciudades, comprobándose que el 40% debía someterse a algún tipo de intervención quirúrgica y el 60% restante a tratamientos. No había ni una sola persona que pudiera considerarse totalmente sana.
Dios desea nuestro bien. Él nos dice: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2).
¿POR QUÉ NOS ENFERMAMOS?
Hay quienes creen en el destino y otros le echan la culpa a Dios o al diablo, pero la verdadera causa está en la transgresión de las leyes naturales. Sea por ignorancia o deliberadamente, trae sus funestas consecuencias.
El fabricante de un automóvil, recomienda cierto lubricante, como también el combustible adecuado, dependiendo de esto, la vida útil del motor. Pero si utilizo otro elemento que el indicado, y falla, ¿podré echar la culpa al fabricante o al destino?
Entre las causas más comunes de enfermedades se pueden mencionar:
Así como es necesario que haya una buena digestión, o sea, una buena absorción de los alimentos, es necesario una correcta eliminación, ya sea por vía intestinal, vía urinaria, o por la piel. Cuando esto no es así, se auto intoxica el organismo y disminuyen las defensas. El estreñimiento es un mal que afecta a millones de personas y es causa de numerosas enfermedades, suele agravarse por una alimentación pobre en fibras, como ser: alimentos refinados (la harina sin el salvado), el exceso de carnes, el consumo de pocos líquidos y la falta de ejercicio.
Una de las principales causas de enfermedades, son nuestras preocupaciones, el estrés y las tensiones nerviosas. Se ha comprobado que el 70% al 90% de las enfermedades son psicosomáticas, o sea, la “psiquis” (mente) enferma al “soma” (cuerpo). ¡Cuán importante es controlar, entonces, nuestros pensamientos y nuestras emociones!
¿Por dónde atacaremos la enfermedad? ¿En los síntomas o en las causas?
Por ejemplo: En un lugar hay muchos mosquitos por la existencia de aguas estancadas. ¿Cuál es la mejor solución? ¿Matar simplemente los mosquitos o eliminar la causa, si es posible? En un cuerpo intoxicado, desnutrido, con bajas defensas o estresado, se desarrollan las enfermedades con mayor facilidad. Los fundamentos de la medicina natural están orientados para atacar la raíz del mal.
El aire puro, el sol (helioterapia), el agua (hidroterapia) en sus múltiples formas de uso, las plantas (fitoterapia), las dietas (trofoterapia), la arcilla (geoterapia), el ejercicio y la confianza en el poder divino, son los recursos que Dios colocó a nuestro alcance.
Dios desea ayudarnos en nuestros problemas y curar nuestro dolor. La Biblia dice que “la oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará…” Santiago 5:15.
Por eso, ora a Dios y cree en su poder, aceptando su voluntad, sea cual fuere.
Nuestra felicidad está íntimamente relacionada con la salud. Démosle la importancia que tiene, pues Dios desea darnos sabiduría para evitar la enfermedad, y ayudarnos a recuperar la salud.
Pero, ¿será que podemos descuidar deliberadamente nuestra salud y quedar impunes? La Biblia dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y no debemos maltratarlo (1 Corintios 3:16, 17). En vista de esta gran responsabilidad, la de cuidar nuestro cuerpo, consideraremos 7 claves o consejos importantes:
• Primera clave: Utilice agua por dentro y por fuera.
Cuatro o cinco vasos de agua por día, bebidos fuera de las comidas, ayudarán a desintoxicarse. El primer vaso conviene beberlo en ayunas.
Del baño diario obtenemos grandes ventajas. Activa la circulación sanguínea y el sistema nervioso, limpia los poros y facilita una buena eliminación, promoviendo así un estado físico óptimo.
• Segunda clave: descanse lo suficiente y haga ejercicio.
Por lo menos deben dormirse 8 horas diarias, (aunque los niños necesitan más), pues el reposo fortalece el sistema nervioso, ayuda a la reproducción de las células, la secreción de hormonas (en especial la del crecimiento), y el buen funcionamiento del organismo en general. Además, el reposo de un día semanal, es una bendición para el cuerpo y el alma.
El movimiento es indispensable para la circulación sanguínea. Caminar, correr, nadar, andar en bicicleta o hacer ejercicios, ayuda a conservar la salud.
• Tercera clave: Regularidad. Mantenga horarios fijos.
El comer entre horas recarga el estómago. Cuando terminamos de comer, debemos dejar descansar el estómago por un lapso de 4 a 6 horas. Aparte de agua no conviene ingerir nada.
• Cuarta clave: sea temperante.
Temperancia significa equilibrio, moderación; ya sea, en el comer, el trabajo, el sexo, en las actividades intelectuales, etc. Aún las comidas más sanas, consumidas en exceso, pueden tornarse perjudiciales. Deberíamos levantarnos de la mesa con un poco de deseo de comer. Mastíquense bien los alimentos, ya que la digestión comienza en la boca.
• Quinta clave: aliméntese en forma natural.
No deberíamos comer solamente porque algo nos gusta, sino porque nos hace bien.
La alimentación lacto-ovo-vegetariana, es muy ventajosa, pues:
• Sexta clave: Evítense los estimulantes y las drogas.
• Séptima clave: Utilice los remedios naturales y pida ayuda a Dios.
Él hizo las plantas “para el servicio del hombre” (Salmos 104:14). Al rey Ezequías se le recomendó una cataplasma de higos (2 Reyes 20:5-7). Jesucristo utilizó barro para curar un ciego, y recomendó utilizar el agua, (Juan 9:6-12). Dios nos quiere demostrar de esta forma, que debemos hacer uso inteligente de los recursos naturales.
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